Me resulta muy interesante observar la enorme brecha que existe entre las personas exitosas y las demás personas. Ese grueso de la población al que llamo “los demás” no necesariamente se limita a aquellos que experimentan en su vida el fracaso o algún tipo de crisis, también lo son todos aquellos que por alguna razón se encuentran estancados en el mismo punto donde han estado por mucho tiempo. Veámoslo de esta manera, si medimos el grado de éxito de las personas en una sociedad promedio, partiendo desde el fracaso extremo (personas que viven en la miseria, por ejemplo como un indigente), continuando con aquellos que batallan para sobrevivir (cualquier persona que no está conforme con sus condiciones de vida o estatus socioeconómico), pasando luego por aquellos que experimentan crecimiento en su vida (los que están en transición del fracaso al éxito) y finalizando con aquellos que gozan de una vida de abundancia (cualquier persona que viva a plenitud su vida, no solo material sino física y espiritualmente), podemos decir sin temor a errar demasiado que, de cada 100 personas, hay un aproximado de: - 2 personas, en fracaso extremo - 14 personas, en mediocridad - 68 personas, en estancamiento - 14 personas, en crecimiento - 2 personas, en abundancia De igual forma, pasa en diversas instancias de la vida como por ejemplo, en el aspecto laboral de las personas. Cuando medimos a las personas en su trabajo, en función de su desempeño y pasión hacia lo que hacen, sabemos que nos vamos a encontrar con una muy semejante distribución para dicha población. De cada diez trabajadores: - 2 están a punto de la terminación de su contrato laboral por su mala actitud, bajo desempeño, o ambos; - 6 están con actitud y desempeño “promedio” es decir, no brillan pero son necesarios en su rol actual; - 2 están a punto de ser promovidos, o bien sea que están listos para asumir nuevos retos laborales, dada su sobresaliente actitud y desempeño. La siguiente figura ilustra la muy conocida “Campana de Gauss”, o gráfico de una población estadísticamente Normal, para la realidad de un lugar de trabajo respecto al desempeño y la actitud de sus trabajadores:
Ahora bien, porqué son minoría las personas que experimentan el éxito y la grandeza en sus vidas? Porqué la gran mayoría de las personas batalla para salir adelante o inclusive están insatisfechos con su vida de estancamiento o fracaso? El paradigma de la consistencia: Darren Hardy, autor del Libro “The Compound Effect”, describe de forma sumamente certera lo que sucede naturalmente (atención, que esto es una ley natural!) con el destino que cada persona se forja, el cual está directa y enteramente relacionado con las decisiones que uno toma conscientemente o inconscientemente durante toda su existencia: “Todo en tu vida existe porque primero hiciste una decisión acerca de algo. Tus decisiones son la causa raíz de cada uno de tus resultados. Cada elección que haces inicia un comportamiento que con el tiempo se convierte en un hábito. Elija mal, y te puedes encontrar con las consecuencias que menos esperas, forzándote a tomar nuevas decisiones, a menudo más difíciles de tomar. No elija en absoluto, y has tomado la decisión de ser el receptor pasivo de lo que venga en tu camino”. Entonces, por si hasta el momento no habías caído en razón, somos el resultado de nuestras decisiones! Todo aquello que hacemos consistentemente ya sea consciente o inconscientemente a través del tiempo, es decir, cómo nos comportamos genera hábitos, y estos hábitos forjan nuestro carácter; finalmente es nuestro carácter el que forja nuestro destino. Veamos lo interesante que resulta entender el paradigma de la consistencia: - Las personas que no prosperan pero que tampoco empeoran su nivel de vida, el estancamiento de sus vidas se debe en gran parte a que consistentemente viven sin tomar decisiones, ni para bien ni para mal. El problema con esta forma de vida es que tarde o temprano alguien más tomará las decisiones que ellos deberían tomar sobre su destino. - Las personas que empeoran su nivel de vida, aunque no se dan cuenta, empiezan por tomar decisiones no muy buenas, que parecen inofensivas (ver la televisión por horas al día, comer comida chatarra muy frecuentemente, decir una cosa y hacer otra), estas acciones las van convirtiendo en hábitos, que a su vez por la consistencia en que los aplican se convierten en vicios. - Las personas que mejoran su nivel de vida, toman las decisiones correctas, que por cierto son las más aburridas, difíciles y duras de emprender, acciones positivas que al aplicarlas con consistencia se vuelven buenos hábitos y, finalmente virtudes. Y cuál es el secreto del éxito entonces? Decidirse por la ruta más difícil, donde por cierto cuesta más el ser consistente en el accionar persistente de virtudes. Otro aspecto clave del éxito consiste en entender que la plenitud se alcanza a través de muchísimos actos muy pequeños y que a veces nos parecen hasta insignificantes, pero que al hacerlos con consistencia nos llevan al siguiente nivel con el paso del tiempo. Olvidémonos de las recetas mágicas, desde hace mucho tiempo nos vienen bombardeando con publicidad falsa, que nos seduce con éxito, plenitud, felicidad y abundancia a la vuelta de la esquina. La vida no funciona así! Ninguna pastilla te hará bajar en un mes esos kilos de más que por cierto los decidiste hace un tiempo atrás con tu estilo desordenado de alimentación... Cambia tu estilo de vida, empieza por cambiar tus hábitos alimenticios y haz ejercicio regularmente. Sé que suena fácil pero no lo es! Entiende que la grandeza en esta vida la han alcanzado esos pocos que la estadística señala al extremo derecho de la gráfica porque han entendido “el nombre del juego”! Ellos han aprendido a usar el paradigma de la consistencia a su favor, siguieron el camino más difícil, el camino que al principio nadie sigue, es muy duro, requiere disciplina y esfuerzo. Decidieron por la paciencia sobre la inmediatez, decidieron por la disciplina sobre la procrastinación, decidieron por el crecimiento personal sobre la mediocridad. En qué punto de este paradigma te encuentras hoy? Autor: Juan Pablo Barrantes